Elongar no es solo estirar el cuerpo. Es una forma de cuidarlo, prepararlo y devolverle lo que nos da cada día. Muchas veces, relegamos las elongaciones a un segundo plano, como si fueran un simple “complemento” del ejercicio. Pero la verdad es que elongar es tan importante como moverse.
Y te acercamos 5 razones que hacen de la elongación una parte fundamental para el cuidado de nuestro cuerpo.
1. Previenen lesiones
Una musculatura rígida o acortada es mucho más propensa a lesionarse. Las elongaciones aumentan la flexibilidad y el rango de movimiento, lo que permite que el cuerpo se mueva con más fluidez y menor riesgo de desgarros, contracturas o tirones.
2. Mejoran la postura
Muchos de los dolores que sentimos —especialmente en cuello, espalda baja o piernas— se relacionan con músculos tensos o acortados por la falta de elongación. Estirar ayuda a liberar esas tensiones acumuladas, lo que repercute directamente en una postura más alineada y liviana.
3. Facilitan la circulación y la recuperación
Al elongar, se activa la circulación sanguínea en los músculos, lo que favorece la oxigenación y la eliminación de toxinas. Esto es clave después de una práctica intensa, ya que acelera la recuperación muscular y reduce la sensación de fatiga o agujetas.
4. Conectan cuerpo y mente
Las elongaciones nos invitan a bajar el ritmo, respirar y escuchar al cuerpo. Por eso, también tienen un efecto relajante. Cuando nos tomamos el tiempo de estirar con conciencia, no solo soltamos tensiones físicas, sino también emocionales.
5. Son una forma de autocuidado
Elongar es una forma amorosa de decirle al cuerpo: “te veo, te agradezco, te acompaño”. No hace falta ser flexible para empezar, sino constante para avanzar. Con cada práctica, el cuerpo se va ablandando, como si entendiera que puede confiar en vos.
Y es que elongar no es solo “hacer un poco de stretching”. Es una parte esencial de cualquier práctica consciente, ya sea yoga, entrenamiento funcional, danza o incluso moverse en una jornada laboral sedentaria. Es una manera simple, pero poderosa, de mantenernos presentes, flexibles y en armonía con nuestro cuerpo.
Así que la próxima vez que termines una clase o un entrenamiento, quédate un ratito más. Regalate ese espacio para estirar, respirar profundo y cerrar el ciclo de movimiento con amor y respeto por ti.
Namasté.
Corina Díaz