Biodecodificación y animales o cómo las emociones hablan a través de ellos

En la mirada integradora que nos ofrece la biodecodificación, comprendemos que detrás de cada síntoma hay un mensaje. 

Que el cuerpo habla cuando las palabras no alcanzan, y que toda enfermedad es una forma de comunicación profunda, un intento del inconsciente por expresar lo que no ha sido visto o comprendido. 

Esta misma lógica puede extenderse también a los animales, quienes, al convivir tan estrechamente con nosotros, muchas veces terminan expresando desequilibrios que no les pertenecen, sino que absorben de su entorno y de sus vínculos más cercanos.

Pero vayamos por partes. Primero hablemos sobre la biodecodificación.

¿Qué es la biodecodificación?

Es un enfoque que busca encontrar el origen emocional de los síntomas físicos

Parte del principio de que el cuerpo no se enferma “porque sí”, sino que cada dolencia tiene un sentido biológico, una raíz emocional o un conflicto no resuelto que busca liberación. 

A través de la observación, el trabajo terapéutico y la toma de consciencia, esta mirada nos invita a sanar desde adentro, identificando qué emoción o vivencia está detrás de cada enfermedad.

Y los animales… ¿también enferman por emociones?

La respuesta es sí, aunque con matices. 

Los animales, como seres vivos sensibles, pueden enfermar por causas propias, pero también por su estrecha conexión con los humanos con los que conviven. Especialmente las mascotas —perros, gatos, caballos—, desarrollan un vínculo emocional muy profundo con sus dueños.

Por eso, las mascotas se mimetizan con nuestros estados de ánimo, absorben tensiones del ambiente, y en algunos casos extremos, llegan a enfermar como si estuvieran «sosteniendo» un conflicto humano.

Desde la perspectiva de la biodecodificación, esto se interpreta como una transferencia de carga emocional. Es decir, el animal actúa como un «canal» que expresa, a través de su cuerpo, un dolor emocional que no le pertenece. 

No es que el animal esté consciente de esto, sino que, desde su instinto amoroso y su lealtad, muchas veces toma ese dolor para aliviar a su humano.

Ejemplos comunes de esta conexión emocional

  • Un perro con problemas articulares puede estar manifestando la rigidez emocional o la falta de movimiento simbólico de su dueño: un miedo a avanzar, a tomar decisiones, o un estancamiento vital.
  • Un gato con problemas digestivos podría estar absorbiendo emociones de angustia o ansiedad dentro del hogar, especialmente si hay discusiones frecuentes o un ambiente inestable.
  • Un caballo con enfermedades en la piel puede estar reflejando un conflicto de contacto o separación de su jinete o cuidador, simbolizando una herida emocional que quedó abierta.

Cada caso es único, y no se trata de interpretar literalmente, sino de abrir la puerta a una mirada más profunda: ¿qué está intentando decirnos nuestro animal a través de su enfermedad?

¿Qué hacer cuando un animal enferma?

Además de acudir al veterinario y brindarle todos los cuidados necesarios, la biodecodificación nos propone mirar hacia adentro. Preguntarnos:

  • ¿Qué estaba ocurriendo en casa antes de que comenzaran sus síntomas?
  • ¿Qué emociones he estado reprimiendo o viviendo con mucha intensidad?
  • ¿Qué vínculo tengo con mi animal y qué podría estar intentando mostrarme?

A veces, sanar un vínculo emocional, cambiar un patrón familiar o simplemente hacernos responsables de lo que estamos viviendo, puede traer una mejora notable en el estado del animal. 

No porque ellos “mágicamente” sanen, sino porque al liberar la tensión emocional compartida, se genera un alivio sistémico que impacta también en su bienestar.

Una invitación a mirar con más amor

Los animales son grandes maestros. Nos enseñan a vivir el presente, a amar sin condiciones, a estar sin juicio. Y muchas veces, en su silencio, están entregándose a nosotros de una forma tan profunda, que su cuerpo empieza a hablar por lo que nosotros aún no nos atrevemos a decir.

La biodecodificación no reemplaza los tratamientos médicos veterinarios, pero puede ser una poderosa herramienta de acompañamiento para entender qué está pasando en ese vínculo humano-animal, y cómo podemos hacer nuestra parte en la sanación conjunta.

Al final, todo es una invitación al amor consciente. A no delegar nuestro dolor, a escuchar lo que la vida nos está mostrando… incluso cuando lo hace a través de los ojos de nuestro compañero de cuatro patas.

Namasté.

Corina Díaz

@‌eyoyoga_

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