El poder del silencio: cuando el alma necesita escuchar

Vivimos rodeados de ruido.
De pantallas, notificaciones, conversaciones que van y vienen, pensamientos que no se detienen. A veces creemos que el silencio es ausencia, cuando en realidad es presencia pura.
El silencio no es vacío: es el espacio donde la mente descansa y el alma puede hablar.

En la práctica del yoga y la meditación, el silencio no se busca como una meta, sino como un estado natural que emerge cuando dejamos de resistirnos al presente. Cuando el cuerpo se aquieta y la respiración se suaviza, algo más profundo se abre: una calma que no depende de lo que pase afuera.

El silencio como medicina del sistema nervioso

Desde la mirada fisiológica, el silencio tiene efectos reales en el cuerpo.
Estudios neurológicos demuestran que pasar incluso unos pocos minutos en quietud reduce la actividad del sistema nervioso simpático (el del estrés) y activa el sistema parasimpático, responsable del descanso y la regeneración.
Durante ese estado, el corazón se desacelera, la respiración se hace más profunda y el cerebro comienza a liberar ondas alfa, asociadas con la creatividad, la intuición y la serenidad.

Practicar el silencio es, entonces, entrenar la paz interna. No se trata de eliminar los pensamientos, sino de dejar de seguirlos. De permitir que la mente se aquiete como el agua cuando deja de moverse.

Una mirada filosófica

Los antiguos yoguis enseñaban que el silencio (mauna) es una forma de yoga.
Patanjali, en los Yoga Sutras, decía que “yoga es el cese de las fluctuaciones de la mente”. En ese cese —en ese instante sin palabras— surge la claridad, la comprensión, la unión.
El silencio no es represión, es comunión con lo que somos cuando el ruido se apaga.

Cómo empezar a practicar el silencio

Dedicá unos minutos por día al silencio total. Apagá el celular, cerrá la puerta, respirá profundo y simplemente quedate. No busques nada.
Observá los sonidos sin reaccionar. Si escuchás un auto o una voz, dejá que pase. El silencio no es la ausencia de ruido, es la calma en medio del ruido.
Practicá el silencio interior. Aunque haya movimiento o diálogo externo, mantené dentro de vos una pausa, un testigo que observa sin juzgar.
Meditá en el silencio. Sentate con la espalda recta, cerrá los ojos y dejá que el cuerpo respire solo.
El silencio no se fuerza; se revela cuando dejamos de interferir.

Ejercicio simple: tres minutos de silencio consciente

Buscá un lugar tranquilo.
Sentate con la espalda recta, las manos sobre el pecho o las rodillas.
Cerrá los ojos y escuchá: tu respiración, los sonidos cercanos, el latido.
Si aparece un pensamiento, no lo sigas; solo decí internamente “silencio” y volvé a sentir el aire entrar y salir.
Permanecé así tres minutos.
Notá cómo, al final, algo en vos se acomoda.

“El silencio es el lenguaje de Dios; todo lo demás es una mala traducción.”
Rumi

En EYO Yoga Madero, creamos espacios donde el silencio no asusta, sino que sana.
A través de yoga, meditación y sonido, te invitamos a encontrar esa pausa interior donde empieza la verdadera calma.
Vení a escucharte. En el silencio, siempre hay una respuesta.

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